Vivencias de un competidor amateur, por Ignacio Aparicio Huertas

“El peso de salida en arrancada, tienes que poder hacerlo sin dormir y habiendo llegado borracho”

Muchas veces he oído esta frase de la boca del Señor Borrazás, a veces en un tono jocoso, otras no tanto. Albert Bandura allá por 1977 escribía acerca de las expectativas, sin haber visto una haltera en su vida. La expectativa de eficacia es una estimación o un juicio de si se va a ser capaz de realizar o no una conducta. Esta es mayor, evidentemente, cuanto más alejado esté el
peso al que nos enfrentamos de nuestro máximo conocido (sin contar las circunstancias ambientales que por supuesto influyen en nuestro estado de activación) de ahí que sobretodo, en personas poco entrenadas (me refiero a competidores amateur), esta expectativa merme exponencialmente en cada kilo que se incrementa al peso de la barra.
Tener una baja expectativa de eficacia lleva consigo sensaciones desagradables que son desencadenantes de síntomas biológicos y cognitivos (con una variabilidad amplia dependiendo de los rasgos interpersonales de cada individuo) que muy probablemente afecten al rendimiento, por lo que interesa tener el peso de salida dominado. En mi experiencia, siempre que se aproxima una competición se trabaja con los pesos de salida ampliamente y con relativa fatiga, lo que podría simular el estado biológico del día de la competición. Evidentemente, esto aporta un crecimiento en la expectativa de eficacia, al menos en los pesos de salida, y lo que viene detrás ya es competir.

“Si fallas 3 veces le bajas peso” y “Nunca termines la serie con un fallo”

En este caso añadimos también la expectativa de resultado, ya que estamos conviviendo con sensaciones negativas por nuestra propia frustración y probablemente, sin darnos cuenta, con pequeñas señales o signos conductuales de nuestro entorno (compañeros, entrenador…) que interpretaremos como decepción (subrayo que será nuestra interpretación) y esto puede interferir en estas expectativas de eficacia y resultado mermando nuestra confianza y determinación y por ende, el rendimiento. En este caso estamos refiriéndonos a una experiencia directa. Vivimos en primera persona el fallo, pero no es la única…

“No veáis videos de gente fallando”

En este caso se refiere a la experiencia indirecta o vicaria. El éxito o el fracaso en otros, especialmente en personas con las que podemos sentirnos identificadas o que tenemos como personas de referencia, puede causar los mismo efectos (vuelvo a resaltar las diferencias individuales) sobre las expectativas de eficacia y resultado que en los eventos vividos de forma directa.

“¿Cuánto café has tomado hoy?”

Si has entrenado con Miguel, has oído esta frase en algún momento. El estado de activación guarda una relación bidireccional con la eficacia o la ineficacia. El estado de activación o arousal es un conjunto de sistemas fisiológicos que preparan al organismo para la ejecución de una conducta determinada (Duffy, 1972). En este sentido hablamos de una relación de esta activación con el rendimiento que dibuja una gráfica en forma de U invertida, donde en el centro se haya el punto óptimo de activación y rendimiento y en los extremos un rendimiento bajo, tanto por exceso
de activación como por defecto. Muchas veces tenemos días duros, por el trabajo, circunstancias personales, etc… y recurrimos a pre- entrenos, bebidas energéticas o simplemente café para poder
sobre llevar el entreno del día, pero hay veces que nos pasamos. Es en esos días donde el olfato de Miguel aparece y te cae la preguntita seguida de un “bájate peso”. En relación con esto hay que tener en cuenta que en una competición hay factores que favorecen una activación sin la ayuda de agente ergogénicos, por lo que el consumo de estimulantes en dosis que para un entrenamiento podrían ser beneficiosos pueden llevar a una sobreactivación en la tarima y las consecuencias no serán buenas. El sistema nervioso central bajo una fuerte activación y en personas que no han
sido entrenadas para la contención y gestión interna de estos procesos (una vez más salvando las diferencias individuales) acarrea tensión, miedo y estrés. El conjunto de estos tres factores generan una bajada de la expectativa de eficacia que a su vez produce más activación (más tensión, más miedo, más estrés…) en un ciclo que
probablemente nos haga rendir peor, pero sobre todo, tener una vivencia desagradable, y tenemos que disfrutar de las competiciones, no padecerlas.

“No veáis videos slow motion”

Los movimientos voluntarios se encuentran integrados en la corteza cerebral. Estos pueden mejorar y optimizarse con la práctica, a lo que podríamos llamar memoria muscular. El cerebelo y el tronco encéfalo, entre otros sistemas cerebrales, modulan y coordinan movimientos complejos y precisos, también facilita el aprendizaje mediante una retroalimentación continua del movimiento que se debe a la información somestésica propioceptora, información táctil e información vestibular, orquestado de forma casi totalmente subconsciente por los ganglios basales. Todo
esto está muy bien, pero ¿De dónde sale la información?, ¿De dónde saca este sistema, perfeccionado por milenios de evolución (a pesar de los terraplanistas) la guía para dirigir esta secuencia? En gran parte de lo que vemos. Una vez más Bandura sale a flote con su aprendizaje vicario, aprendemos de lo que vemos, y en este sentido utilizar videos en un tempo incorrecto puede hacernos memorizar la secuencia a realizar de una manera errónea. El hipocampo codifica y consolida la información a la que recurrirán los ganglios basales, cerebelo, tronco-encéfalo… para reproducir ese
gesto de la forma más parecida posible, y para ello, el aprendizaje del timing es esencial. Miguel siempre dice que “levantar es cuestión de rit-mo” y que no se puede aprender a bailar viendo videos en cámara lenta.

Por otro lado, en la perspectiva de los entrenadores, las nuevas tecnologías aportan grandes herramientas para hacer mejorar a los entrenados, pero no hay que dejar de lado el ojo humano, “los entrenadores somos mitad ingenieros mitad panaderos” hemos de saber ver a tiempo real y saber adaptar y flexibilizar en la medida que el entrenado lo necesite. No hay manera de entrenar el ojo, más que viendo levantamientos, a tiempo real por supuesto. Hacerlo a tiempo ralentizado es una herramienta más, pero no debe ser utilizada por levantadores noveles, ya que aún
no tienen integrado la base de los movimientos.

Bibliografía:

  1. Bear Neurociencia, la exploración del cerebro. Editorial Lippincott, WilliamsWilkins.
  2. Palmero, F., Fernandez Abascal, E.G., Martinez, F. Y Chóliz, M. (Coords.) (2002). Psicologia de la motivación y la emoción. Madrid: McGraw-hill.
  3. Solarz, S. C. (2020). Las neuronas espejo: Aprendizaje, imitación y empatía (Vol. 1 EMSE)
  4. Revee, J. (2010). Motivacion y emoción (5º ed.) Mexico: McGraw Hill Interamericana.

Autor de este artículo:

  • Ignacio Aparicio Huertas
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